Nacida en Managua, Nicaragua, y habiendo disfrutado una niñez feliz y rodeada por una extensa familia, en el verano de 1979 toco salir de manera urgente por el inicio de la violencia e inseguridad que robaba la paz de mi país. Salimos con una maleta de ropa y una maleta llena de álbumes de fotos, ya que mi mamá tuvo el presentimiento que no regresaríamos pronto; mi papá confiaba que era un exilio temporal. Salimos a Costa Rica, a esperar que todo se calmara, pero pasaron las semanas y solo se ponía más peligrosa la situación en Nicaragua. Teniendo la dicha de contar con visas americanas, nos trasladamos a los Estados Unidos, confiando que solo serían vacaciones largas.
Valeria Roman
Mi Abuela paterna se había ido a vivir a California muchos años antes y era Residente Permanente. Al momento que mi papá entendió que nuestra estadía en los Estados Unidos seria mas larga que lo anticipado, contrato a un abogado para que mi Abuela se convirtiera Ciudadana Americana y pudiera poner la petición para mi papá y nosotros. En poco tiempo todos gozábamos de la Residencia Permanente en este país. Mi padre, siendo Abogado, supo que para poder hacer los procesos migratorios de una manera expediente y correcta se necesitaba contratar a un Abogado de migración y eso ayudo que todo el proceso fuera rápido y eficiente.
Mi hermana y yo ingresamos a escuela católica de solo mujeres en Coconut Grove, mientras mi hermano entro a La Salle Military Academy en Nueva York, pero regresando a terminar sus dos últimos años de bachillerato en Miami. Y así empezamos una vida de inmigrantes en este país, gran país que abrió sus puertas a nuestra familia.
Durante los años 80’s, mucha de nuestra familia se hospedo en nuestra casa, huyendo de la guerra en Nicaragua, buscando como llegar a una residencia aquí. En mi casa se hospedaron Abuela materna, tíos, primos, mis padres siendo muy generosos, guiándolos y recomendando que todos manejaran sus solicitudes con asistencia legal.
El trasladarse de un país a otro trae sus retos, el aprender idioma nuevo, costumbres nuevas, tener diferentes hábitos y construir círculo de amistades, todo eso fue un proceso que tuvimos que aprender. Hoy en día me siento dichosa de mantener mis raíces nicaragüenses, pero también haberme ambientado a esta cultura tan diversa y abierta que acepto que nos volviéramos ciudadanos americanos.
Después de dedicar 9 años como asistente legal del departamento de Latinoamérica, el Caribe y Canadá en una compañía global, tuve la dicha venir a trabajar para la Abogada Marcela C. Rodriguez. Me especializo en los casos de perdón (Waivers). Es emocionante poder ayudar a familias luchando por un futuro en este país, sin importar la condición de como entraron, Yo me siento privilegiada de poder ayudar a la Abogada a construir casos fuertes y entregar evidencias para lograr un estatus migratorio para quien solicita nuestra asistencia. Cada caso es especial, con diferentes condiciones, por eso el conocimiento y la integridad de la Abogada es la mejor herramienta que tienen nuestros clientes.
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